La TAU

 

La Tau «T» es la última letra del alfabeto hebreo.
 Decimonona letra del alfabeto griego, que corresponde a la que en el nuestro se llama «te». Pero es también una señal o signo, todo un símbolo.
San Francisco profesaba una profunda devoción al signo Tau, del que habla expresamente el profeta Ezequiel  y al que se refiere implícitamente el Apocalipsis .
Con ella firmaba cartas y marcaba paredes, y sanaba heridas y enfermedades. 

En el ánimo de Francisco pudieron influir el discurso con que Inocencio III abrió el Concilio IV de Letrán, la cruz en forma de tau que llevaban los monjes antonianos sobre el escapulario, la liturgia y el arte sagrado.
Para el Santo, la Tau, como la cruz cristiana, era signo de conversión y de penitencia, de elección y de protección por parte de Dios, de redención y de salvación en Cristo. 

Desde hace algunos decenios, se ha revalorizado el uso de la Tau en la familia franciscana; se la ve frecuentemente en libros, revistas, cuadros,  y la llevan sobre sí, como signo distintivo, muchos hermanos y hermanas tanto de la Primera como de la Tercera Orden, sea ésta religiosa o seglar.
 Para profundizar en su significado recogemos algunos textos:
Tratado de los milagros, de Celano: «La señal de la Tau le era preferida sobre toda otra señal; con ella sellaba Francisco las cartas y marcaba las paredes de las pequeñas celdas». 

Leyenda Mayor, de S. Buenaventura: «El hermano Pacífico... mereció ver de nuevo en la frente de Francisco una gran Tau, que, adornada con variedad de colores, embellecía su rostro con admirable encanto.
Se ha de notar que el Santo veneraba con gran afecto dicho signo: lo encomiaba frecuentemente en sus palabras y lo trazaba con su propia mano al pie de las breves cartas que escribía, como si todo su cuidado se cifrara en grabar el signo tau -según el dicho profético- sobre las frentes de los hombres que gimen y se duelen (Ez 9,4), convertidos de veras a Cristo Jesús» . 

Ezequiel 9,3-6: «Yahvéh llamó entonces al hombre vestido de lino que tenía la cartera de escribano a la cintura, y le dijo: "Recorre la ciudad, Jerusalén, y marca una tau en la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen en ella". Y a los otros oí que les dijo: "Recorred la ciudad detrás de él y herid. No tengáis piedad, no perdonéis; matad a viejos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres hasta que no quede uno. Pero no toquéis a quien lleve la tau en la frente. Empezad por mi santuario"». 

Apocalipsis 7,2-4: «Luego vi a otro ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro ángeles a quienes se había encomendado causar daño a la tierra y al mar: "No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios".
 Y oí el número de los marcados con el sello: 144.000 sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel». 

Inocencio III en el Concilio IV de Letrán el año 1215: Después de describir la triste situación de los Santos Lugares hollados por los Sarracenos, el Pontífice lamentó los escándalos que desacreditaban el rebaño de Cristo y lo amenazó con los divinos castigos si no se enmendaba. Evocó la famosa visión de Ezequiel, cuando Yahvéh, agotada la paciencia, exclama con voz poderosa: «"Acercaos, vosotros que veláis sobre la ciudad; acercaos con el instrumento de exterminio en vuestras manos". Y he aquí que seis hombres llegaron con sendos azotes en sus manos.  Entre ellos estaba un varón vestido de lino, con recado de escribir a la cintura. Y díjole Yahvéh: "Recorre Jerusalén, y señala con una TAU las frentes de los justos que se encuentren en ella". Y dijo a los otros cinco: "Recorred la ciudad tras él, y exterminad sin piedad a cuantos encontréis; mas no toquéis a ninguno que esté señalado con la TAU".

 "¿Quiénes son -continuó el Papa- los seis varones encargados de la venganza divina? Ésos sois vosotros, Padres conciliares, que, valiéndoos de todas las armas que tenéis a mano: excomuniones, destituciones, suspensiones y entredichos, habéis de castigar implacablemente a cuantos no estén señalados con la TAU propiciatoria y se obstinen en deshonrar la Cristiandad».- «En su discurso de Letrán, Inocencio III había señalado con el signo Tau a tres clases de predestinados: los que se alistaren en la cruzada; aquéllos que, impedidos de cruzarse, lucharen contra la herejía; finalmente, los pecadores que de veras se empeñaren en reformar su vida»
eL SIGNO «TAU»
por Leonhard Lehmann, o.f.m.cap.
El pergamino de 14 por 10 centímetros que Francisco le regaló a fray León, está escrito por las dos caras. En el reverso de las Alabanzas de Dios se encuentra la siguiente bendición: «El Señor te bendiga y te guarde; te muestre su faz y tenga misericordia de ti. Vuelva su rostro a ti y te dé la paz. El Señor te bendiga, fray León.

También era una señal protectora, como la «señal de Caín» (cf. Gén 4,15) y la sangre con que los israelitas untaron las jambas de sus puertas la noche de la liberación de Egipto (Ex 12,7).
El sentido vétero-testamentario de la letra hebrea taw pasó en el Nuevo Testamento a la letra griega tau.
San Juan tiene una visión en la que escucha el mandato dado a los cuatro ángeles:
«No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios».
 Los marcados con el sello fueron 144.000, de todas las tribus de Israel.

 En todo caso, siempre se entendió este pasaje relacionado con el de Ez 9. Los Padres de la Iglesia vieron en el signo tau con que fueron marcados los salvados una imagen de la cruz, signo de salvación.
En esta línea de la tradición, san Buenaventura interpreta a la luz de Ez 9,4 y de Ap 7,2 la predilección de Francisco por la tau.
Echando una mirada retrospectiva a la vida de Francisco, considera que su misión fue la de «llamar a los hombres al llanto y luto, a raparse y ceñirse de saco y a grabar en la frente de los que gimen y se duelen el signo tau, como expresión de la cruz de la penitencia y del hábito conformado a la misma cruz»

La tradición de la «tau» en tiempo de san Francisco En esta devoción Francisco estuvo más influido por la tradición contemporánea que por la Sagrada Escritura.
El simbolismo de la tau estaba de moda en su tiempo. Durante la inauguración del Concilio IV de Letrán (1215), el papa Inocencio III predicó sobre Ezequiel 9 y llamó a todos los cristianos a hacer penitencia bajo el signo de la tau, signo de conversión y señal de la cruz.
 Los antonianos, que se dedicaban sobre todo a la atención de los contagiados por la peste, llevaban en el hábito la cruz antoniana, en forma de tau.

 Como posibles fuentes pictóricas de la veneración de la tau hay que tener en cuenta sobre todo las ilustraciones de libros, especialmente las pinturas del canon. Se llama «pintura del canon» la página del misal en la que estaba pintado y adornado con una cruz el principio del canon latino: «Te igitur, clementissime Pater...» La «T» del «Te igitur» se convirtió con frecuencia en una cruz grande y polícroma, cuyo madero vertical se unía con el travesaño al igual que la «T» mayúscula, o subía hasta más arriba formando una cruz latina.

Este segundo caso podemos verlo en el misal de San Nicolás, que Francisco, Bernardo y Pedro Cattani consultaron por tres veces, deseosos de conocer lo que Dios quería de ellos).
 La «tau» trazada por Francisco La taw hebrea, o la tau griega, estaban por tanto de moda.

Para Francisco era, igual que la cruz, el signo de la salvación y de la redención. Y así como la salvación se llevó a cabo mediante la cruz, con sufrimientos y dolores, así también el discípulo de Jesús está llamado a seguir el camino de la cruz.

 De acuerdo con la llamada del Papa al inicio del Concilio, la tau fue para Francisco un signo especial de renovación y penitencia, que empleó en distintas circunstancias. «La señal de la tau le era preferida sobre toda otra señal; con ella sellaba las cartas y marcaba las paredes de las pequeñas celdas» .

Quien visite Fonte Colombo, el «Sinaí franciscano», podrá observar en la capilla de la Magdalena, a la izquierda del altar, una tau pintada en rojo en el intradós de la ventana. Con buenas razones, la tradición atribuye esta pintura a san Francisco.

 La tau tiene en ese lugar un significado muy apropiado, pues está indicando que Magdalena es la penitente. Las taus iniciales de las «pinturas del canon» nos hablan claramente de la vinculación de la obra de la redención con la eucaristía.
De esta vinculación, así como de la reforma eucarística deseada por Francisco, nos habla también la tau colocada por él como firma de la primera Carta a los Clérigos, que puede verse en el Misal de Subíaco.

Por ello las ediciones de los escritos de Francisco deberían reproducir la tau al final de la 1CtaCle, como hacen al reproducir la BenL.
Esa manera de actuar de Francisco en las dos ocasiones citadas no es nada extraordinario; ya había actuado así antes.
 La tau es un signo preferido desde antes de dedicarle el pergamino a fray León. Precisamente por ello puede fray León entender la tau en el sentido en que la entiende Francisco y tener en gran estima, como un autógrafo, el pergamino que contiene la bendición. Lleva la letra manuscrita e inconfundible de Francisco.

La cabeza debajo de la «tau» El dibujo que aparece en ese pergamino debajo de la tau no tiene un significado tan unívoco como ésta. El madero vertical de la tau parece salir de la boca abierta de una cabeza humana; es decir, la cruz brota como de la boca, lo cual podría ser una alusión a la proclamación de la conversión y de la cruz. Los contornos imprecisos del dibujo han dado pie a muchas interpretaciones, no siempre acertadas.
Vale la pena tomar en serio dos de ellas, que son las que prevalecen hoy en día: una considera que el dibujo es la calavera de Adán; la otra afirma que es la cabeza de fray León.

La Legenda aurea, compilada por el dominico Jacobo de Vorágine († 1298), transmite, entre otras, la siguiente leyenda, conocida desde la alta Edad Media y llena de profundo significado: la cruz de Cristo fue hecha con madera del mismo árbol en el que pecó Adán, y fue levantada en el mismo lugar en que se hallaba el sepulcro de Adán.

 Mediante la sangre que brotó de la cruz fue redimido Adán y, con él, todo el género humano. Esta interpretación de la relación entre la redención y el pecado original, teológicamente irreprochable, podemos encontrarla también en el arte. Desde el siglo VI el arte representa el tema de «Adán bajo el Gólgota».
En la catedral de Espoleto puede verse un crucifijo pintado en 1180 que reproduce la siguiente escena: en el lado derecho e izquierdo del Crucificado están de pie María y Juan; bajo los pies de Cristo está pintada la calavera de Adán; la sangre que brota de las llagas de los pies de Jesús se derrama sobre la cabeza de Adán.

Si Francisco no había oído hablar de esta leyenda de la cruz, es bien probable que la conociera -hombre de aguda vista como fue- gracias a las obras de arte.
Por eso lo más probable es que lo que dibuje debajo de la tau sea la calavera de Adán.
Quería así, con su dibujo más bien insinuado que claro, manifestar que toda la descendencia de Adán había sido redimida por Jesucristo, el segundo Adán.
 «También tú, hermano León -le dice-, eres uno de los redimidos». El dibujo puede entenderse, así mismo, como una reproducción de la cabeza de fray León.
Y esto sería exactamente igual de significativo, pues es a él personalmente a quien Francisco bendice. Refiriéndose a Ez 9 y Ap 7, Francisco entiende la tau como el sello de los elegidos.
Quien vive en esta vida bajo el signo de la conversión (tau), está marcado, ya desde ahora, en calidad de siervo de Dios, con el sello de los salvados (tau). Francisco quería consolar al atribulado León, asegurándole: «El sello de la cruz está marcado sobre tu frente, pues formas parte de los auténticos convertidos y, por tanto, de los que serán salvados».
La TAU, es originariamente un símbolo de la antigüedad compartido por muchas culturas. En la mitología escandinava, el dios del rayo, el dios Thor aparece con un martillo de doble cabeza que se relaciona con esta TAU, como podemos ver en el siguiente dibujo.
También para los egipcios es importante, ya que se ha querido ver en ella la vara de Aaron que Moisés convirtió en serpiente, por ello también la podemos encontrar bajo la definición de cruz egipcia. Estos hechos los podemos leer en el libro del éxodo 7, versículos del 8 al 13: “El Señor dijo a Moisés y a Aarón: “Cuando os hable el faraón y os diga: Haced algún prodigio, tú dirás a Aarón: Toma tu bastón y échalo delante del faraón.
El bastón se convertirá en serpiente.” Moisés y Aarón fueron ante el faraón e hicieron como el Señor les había ordenado. Aarón tiró su bastón delante del faraón y de sus siervos, y se convirtió en serpiente. El faraón llamó también a los sabios y encantadores, y ellos, los magos de Egipto, hicieron lo mismo con sus encantamientos. Tiró cada uno su bastón y se convirtieron en serpientes; pero la serpiente que había salido del bastón de Aarón se comió a las otras serpientes. El corazón del faraón se endureció y no les escuchó, tal y como había dicho el Señor.”

Se dice que los egipcios la utilizaban como amuleto protector ya que representaba la vida, el poder, la sabiduría y la fecundidad. Pero la TAU es más conocida por ser una letra, tanto del alfabeto griego, como el hebreo, precisamente son las dos lenguas oficiales de la Biblia, y “casualmente” es la única letra que comparten ambos alfabetos. en medio del nombre de fray León, entre la «e» y la «o» se encuentra el trazo vertical de la letra tau, cuyas líneas transversales son más cortas y finas.
El signo tau, poco conocido en la actualidad, es de origen bíblico.
Estas dos interpretaciones pueden armonizarse entre ellas. No se excluyen, sino que se complementan. Puesto que la humanidad ha sido redimida por Cristo, también León ha sido redimido.

Es un pecador, como Adán, pero lo limpia la sangre del Redentor. Es uno de los «varones penitentes de la ciudad de Asís»(TC 37c) y, como Francisco, vive bajo el signo de la tau, de la conversión y de la redención, de la solidaridad y la oración en común. Bendiciendo personalmente a fray León y trazando sobre él el signo de la cruz, le expresa y le entrega la fuerza salvadora que brota de ese signo de salvación.
Tal como fray León interpretó el dibujo de debajo de la bendición, las palabras y los hechos de Francisco fueron para él un signo de consuelo. Y lo son también para nosotros. Aunque no llevemos grabadas visiblemente las llagas del Crucificado, como Francisco, sí las llevamos internamente.

A todo aquel que se deja herir en nombre de Cristo y carga con su cruz, Francisco le dice lo mismo que le dijo a fray León: «También tú estás marcado con la cruz de Cristo y, por tanto, bendecido. Eres propiedad de Dios y estás bajo su protección».
Así, todos los que procuran seguir a Cristo en las dificultades de la vida, pueden percibir cómo la bendición de san Francisco va también dirigida a ellos y cómo los marca con la tau. Y cada uno y cada una puede considerar: «Esta tau es la cruz, el signo de Jesucristo, el Cordero sacrificado. Mediante su cruz he sido salvado también yo. Puedo contarme entre los que han sido marcados con ella...» (H. Holtz
Aquí no se cita expresamente la tau ni la cruz, pero se las da por supuestas. 

En todo caso, siempre se entendió este pasaje relacionado con el de Ez 9.
 Los Padres de la Iglesia vieron en el signo tau con que fueron marcados los salvados una imagen de la cruz, signo de salvación.
En griego clásico, es la decimonovena letra de todo el alfabeto (en el griego actual se traduce por taf y no por tau), lo más curioso es que dentro del sistema de numeración griego, bastante complejo por cierto, la letra tau corresponde al 300 y como os imaginareis no es casualidad la importancia de este número a lo largo de la Biblia: En Génesis 6, 14-16; encontramos las reglas que Dios le pone a Noé para la creación del arca:“Hazte un arca de maderas resinosas, divídela en compartimentos y calafatéala con pez por fuera y por dentro. Estas serán sus dimensiones: ciento cincuenta metros de largo, veinticinco de ancho y quince de alto”.
Creo que es bastante obvio que hace 3000 no usaban el sistema métrico decimal, ya que el metro se comienza a usar después de la revolución francesa.

En el antigüo oriente, se empleaba el cúbito, que en metros se calcula que correspondería aproximadamente a 0,44 metros, por lo tanto, si hacemos el sencillo cálculo de multiplicar los 150 metros (de mi versión de la Biblia) por 0,44 nos da un resultado aproximada de 300.
 He buscado en diversas traducciones de la Biblia y efectivamente en otras, no han pasado el dato a metros y aparecen los 300 cúbitos como medida dada por Dios.

 En el evangelio de Marcos 14, del 3 al 10, volvemos a observar la aparición del número, ya que 300 son los denarios que costaba el perfume que le derramaron a Jesús antes de morir: “Mientras Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco, derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces algunos de los que estaban allí se indignaron y comentaban entre sí: “¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de 300 denarios para repartir el dinero entre los pobres”. Y la criticaban.
Pero Jesús dijo: “Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo”.”
La TAU, como hemos dicho antes la encontramos en el hebreo, como taf o tav, según se cree su auténtico origen está en la letra taw del alfabeto fenicio. Dentro del alfabeto hebreo es la última letra, es decir significa el cumplimiento de la Buena Nueva, de la Palabra Revelada, ya que la Biblia se escribió en hebreo. Su valor numérico es el 400.En la Biblia aparece en varias ocasiones más entre las que destacaré una del antiguo testamento y otra del nuevo.

 En Ezequiel 9, 4-5; Yaveh le dice a Ezequiel: “Pasa por la ciudad, recorre Jerusalen y marca con una cruz la frente de los hombres que gimen y lloran por todas las nefastas acciones que se cometen dentro de ella. Sólo se salvará el que tenga la cruz en la frente.” Precisamente será por este texto gracias al cual a esta cruz se la conoce también como la cruz de las profecías, o cruz del Antiguo Testamento, por haber sido el símbolo elegido por los israelitas para hacer con la sangre de los corderos sobre los postes y dinteles de las puertas en la noche de Pascua en Egipto. Y casi casi al final, en el Apocalipsis de San Juan, capítulo 7, versículos del 2 al 3, leemos: “Después de esto vi cuatro ángeles, cada uno de ellos en pie sobre uno de los cuatro ángulos de la tierra. Sujetaban a los cuatro vientos de la tierra, para que dejaran de soplar sobre la tierra y el mar, y no se moviera ni una hoja de un árbol. Luego vi aparecer otro ángel por levante, por donde sale el sol. Era portador del gran sello del Dios vivo, y gritó a gran voz a los cuatro ángeles que habían recibido el poder de dañar la tierra y el mar: ¡Esperad! No hagáis daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que no hayamos sellado en la frente a los siervos de nuestro Dios.”
Dejando a un lado todas estas citas Bíblicas tan interesantes, podemos continuar hablando de la TAU, ya que ésta fue fundamental en la vida de dos importantes santos, como observamos en su iconografía.
Hablamos primero de San Antonio Abad, fundador del movimiento eremítico, es decir de los ermitaños.
Este curioso personaje vivió en los primeros años del cristianismo, en los siglos III y IV. Pero cuenta la leyenda que en el siglo VI se trasladan sus reliquias a Alejandría, mientras que en el siglo XII se vuelven a trasladar a Constantinopla.
 Corren los años del 1300 y por estas fechas es fundada la orden de los caballeros del hospital de San Antonio, conocida comúnmente como los “hospitalarios” o la “orden de los antonianos”.
Los monjes de esta orden vestían unos negros hábitos con una cruz TAU en medio de sus hábitos. Se dedicaron principalmente a tratar a peregrinos con enfermedades contagiosas como la lepra, la peste, la sarna…

En el Camino de Santiago se encuentran numerosos restos de esta orden, por ejemplo la denomiación de hospitaleros para la gente que se dedica a los peregrinos, viene de aquí.
En Castrojeriz el camino atraviesa las ruinas del hospital de San Antón.
La razón de la vinculación de la TAU con San Antón, es porque según cuenta Santiago de la Vorágine, en la Leyenda Aurea, el bastón que siempre llevaba San Antón, tenía esta forma, en la imagen poder ver una réplica del siglo XV.  “La señal de la TAU era la preferida sobre toda otra señal, con ella sellaba Francisco las cartas y pintaba las paredes de las pequeñas celdas.”.  “El hermano Pacífico, mereció ver de nuevo en la frente de Francisco una gran TAU, que, adornada con variedad de colores embellecía su rostro con admirable encanto.
SE ha de notar que el Santo veneraba con gran afecto dicho signo; lo encomiaba frecuentemente en sus palabras y lo trazaba constantemente con su propia mano al pie de las breves cartas que escribía, como si todo su cuidado se cifrara en grabar la cruz TAU -según el dicho profético- sobre las frentes de los hombres que gimen y se duelen (Ez 9,4), convertidos de veras a Cristo Jesús.”En la siguiente imagen podemos obervar la TAU de Fonte Colombo, que según se dice fue pintada por el mismo fancisco. Pero no solo en las paredes de los monasterios también se conservan cartas con la firma de San Francisco, por ejemplo este pequeño pergamino que le regaló a Fray León, con la frase: “¡El Señor te bendiga, Fray León!”
En la actualidad la cruz TAU, reune multitud de significados, los que ha ido recopilando a lo largo de toda su historia, desde la más remota antigüedad, se considera un símbolo profiláctico, un amuleto, una protección, pero por encima de todo es un signo cristiano, una cruz, la cruz de San Francisco y de San Antón, la cruz de los peregrinos, es por ello que parece tantas veces a lo largo de todo el Camino de Santiago.
Pero no solamente aparece en el Camino de Santiago,

Um comentário:

  1. NOTICIAS DA FERNANDA, do ACÁCIO e da ORIETTA.
    Falei da Espanha , do Caminho de Santiago com o Acácio domingo ao meio dia e estavam chegando em Chartes. Hoje, terça feira, dia 23 de outubro, às 11:00 horas da manhã, falei outra vez com o Acácio e a Fernanda. Estavam caminhando e chegando ao Mont Saint.Michel.Uma vez que não estão conectados à internet a todo tempo, pediram-me para dizer que a missão a que se propuseram está indo muito bem e agradecem àqueles que vibram na mesma sintonia.
    Itabyra do Carmo Cunha

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